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Existe la Mala Suerte?

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Existe bastante polémica sobre el tema de la buena o mala suerte, sobre el cual suelen hacerse diversas afirmaciones de manera cotidiana como “Hoy es mi día de suerte!“, “No he tenido suerte para encontrar un buen empleo“, “Fue una suerte que no haya tomado ese avión“, “Para su mala suerte ella se encontraba en ese lugar” y miles de frases como estas que afirman la existencia de la buena o mala suerte, dependiendo de la situación que se presente.

Un caso típico en el que se afirma la existencia de la buena suerte ocurre cuando una persona gana el premio mayor en la lotería. La consideración que se hace aquí es ¿cómo es que precisamente esa persona pudo obtener ese enorme premio entre millones de participantes de un sorteo como este?. Sin embargo, otro hecho innegable es que en un sorteo necesariamente alguien tiene que obtener el primer premio y también habrá una gran cantidad de perdedores, por otro lado, el hecho de obtener una enorme cantidad de dinero de forma repentina no le garantiza a una persona tener una vida mejor o lograr la felicidad, por el contrario, existen casos de personas que obtienen grandes cantidades de dinero y que no están preparadas para manejarlo, que terminan metidos en más problemas de los que tenían antes de contar con esos abundantes recursos.

Para mostrar otro punto de vista sobre la suerte voy a comentar sobre una breve anécdota personal.
Hace unos días salí de la oficina donde trabajo de lunes a viernes, con cierta prisa para atender un asunto pendiente y aborde mi automóvil para trasladarme al lugar de mi cita. Después de recorrer apenas unos metros escuché un extraño ruido que provenía aparentemente de la parte de abajo del vehículo. Después de bajarme para inspeccionar me percaté de que una de las llantas se encontraba desinflada (ponchada o cualquier otro término que se pueda utilizar para referirse a una llanta sin aire). Después de la decepción y de aceptar la situación decidí resolver el inconveniente y reemplazar la llanta por el neumático de refacción. Al revisar la llanta de refacción ocurrió la segunda gran decepción. La llanta de refacción estaba también desinflada. Ante la nueva situación decidí que lo más conveniente era hacer una llamada con mi teléfono celular para solicitar que alguien viniera en mi auxilio. Al intentar llamar a mi esposa para informarle del incidente, ¡gran sorpresa!. Mi celular no permitía hacer llamadas debido a que se acababa de agotar el saldo.

Cuando los primeros signos de desesperación aparecieron y comenzaba a pensar que la mala suerte me perseguía, decidí ponerle pausa a los pensamientos negativos (muy probablemente debido a los libros que he leído últimamente y los artículos que he publicado sobre el poder de los pensamientos), así que decidí partir de la aceptación serena de la situación para buscar la forma más adecuada de resolverla. Hacer lo anterior me dio la claridad suficiente para recordar que aún no me encontraba tan lejos de la oficina, así que decidí caminar hacia allá en busca de ayuda.

Solo tuve que preguntar a dos personas para obtener la ayuda que necesitaba. En la empresa conseguí un aparato inflador de llantas eléctrico muy efectivo con el cual inflé la llanta dañada, lo cual me permitió llegar a una llantera cercana donde me arreglaron ambas llantas. El servicio fue bastante rápido y económico (apenas unos $70 pesos) y durante la espera en una cómoda sala pude disfrutar un rico café y ver televisión. En menos de 30 minutos mis pensamientos sobre el tema de la mala suerte se evaporaron por completo.

Durante la espera pude meditar un poco sobre el tema de la mala suerte y estas fueron algunas conclusiones sobre la situación:

  • La llanta desinflada. Es una situación bastante común debido al mal estado de las calles y/o a la mala intención de algunas personas.
  • La llanta extra desinflada. Esto es responsabilidad completamente mía, ya que periódicamente debería revisar el buen estado de ella, para estar preparado en caso de alguna contingencia de este tipo.
  • El problema con el teléfono móvil. Aunque coincidió que en el momento en que más lo ocupaba el saldo del celular se agotó, nuevamente es mi responsabilidad asegurarme que cuento con saldo suficiente para poder hablar en cualquier momento.

Como conclusión general puedo decir que las cosas buenas y malas les ocurren a todas las personas si excepción. Lo verdaderamente importante es la forma en la que cada persona reacciona ante cada situación que se le presenta. Además la falta de previsión, el retraso en la toma de decisiones y las decisiones equivocadas se disfrazan en ocasiones de mala suerte

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